50 años no se cumplen todos los días: gracias a todos
- PRESIDENCIA
- 28 sept 2016
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Por MANUEL SÁNCHEZ AGUIRRE
Presidente Fecolfutsalón
Muy pocas federaciones deportivas tienen el privilegio de celebrar 50 años de existencia, y si bien, en nuestro deporte hay varias excepciones, porque recordemos que nació en Uruguay en los años 30’s, no muchas tienen a su haber la mayor cantidad de títulos en su poder: es algo que hoy nos debe generar mucho orgullo y de lo cual, como dirigentes del fútbol de salón, nos llena de regocijo para seguir alimentando la esperanza de un país que se ha nutrido por cinco décadas de las bondades del microfútbol como alguna vez, en el 67, don Jaime Arroyave lo adoptó, para diferenciar el fútbol de salón del futbolín, que era el juego de moda para la época: él mismo lo explicó en la entrevista que concedió a www.fecofutdslon.com, como figura trascendental de nuestras ‘bodas de oro’.
Y es que el microfútbol ha funcionado en estos 50 años como un matrimonio: ha habido momentos de muchas dificultades como todo comienzo, pero también de muchas alegrías con las celebraciones de los cinco títulos mundiales, entre otras.
Y eso es lo que quiero resaltar hoy cuando estamos de aniversario: lo que representa el microfútbol para el común de la gente…para el de la cuadra, el del barrio, el de la manzana o el de la comuna. Ese sentimiento aforado en lo más profundo de una cultura que ha visto crecer sus generaciones jugando en los 35x18 metros de un superficie fundida en concreto y con arcos pequeños.
Por eso, decir que el microfútbol es el deporte más practicado en el país no es algo que no los hayamos inventado, no. Es la convicción como testigos de excepción de lo que nuestro deporte hace por la gente, con presencia masiva en cada uno de los escenarios en el país de la mayor cantidad de polideportivas en el mundo.
El hecho de que seamos lo que somos, primeros en escalafón mundial, se justifica en gran parte por la masificación que tenemos, con más de un millón de afiliados, y por las miles de canchas que a la lo largo y ancho del país se han construido y se siguen haciendo. No hay un barrio en Colombia que no tenga una cancha para la práctica de nuestro deporte.
Somos definitivamente del arraigo popular de un país que sigue catapultándonos como el deporte original. El microfútbol se alimenta precisamente del sentimiento de una cultura popular que lo hizo suyo por décadas y que ha llorado, se ha estremecido y ha bebido de las mieles de la victoria gracias a los héroes que fueron engendrados desde el seno popular.
Hoy quiero recordar a los que por décadas nos han acompañado y han vivido intensamente el microfútbol colombiano: a sus dirigentes, que día a día persisten por llevar a sus respectivos departamentos a la élite del deporte de conjunto más ganador en la historia de este país; a los jugadores, que han sabido responderle a una dirigencia que busca lo mejor para ellos; a los técnicos, que día tras día invierten su tiempo y sus mejores años empeñados en hacer que sus salonistas jueguen de manera inteligente y puedan descifrar las acciones de un partido, en fin. Todo un conglomerado de personas que sigue empeñado en no dejar acabar lo que nos ha llevado construir por 50 años.
A los periodistas, que han hecho que salgamos del anonimato hasta convertirnos en noticia. A los árbitros, que semana a semana le ponen control y justicia a los partidos.
Cómo olvidar también al del chuzo a las afueras del coliseo que atiende las necesidades gastronómicas de quienes salen de sus trabajos directo al escenario porque no están dispuestos a perderse un segundo del espectáculo. El de la arepa, que con tanto amor amasa la harina, las asa en su recipiente casual y las unta de mantequilla.
Cómo no recordar al de los helados que llega ilusionado con un recipiente completamente lleno de sabores y colores pensando en satisfacer a sus clientes pero de igual forma, en satisfacer sus necesidades, pues en casa los espera su familia. O de los microempresarios, que a la noticia de un partido de microfútbol preparan, arman y venden el mejor combo con opciones que van desde lo tradicional hasta la mezcla de platillos netamente criollos con mucho sabor popular.
Hoy me detengo a pensar en los cientos de miles de personas que viven de nuestro deporte de manera directa e indirecta y que al igual que todos nosotros, aman y sienten como suyo el microfútbol.
Son tantas personas en todo ese proceso que no me queda más, queriendo decir mucho más, que darles las gracias a todas las personas, patrocinadores y funcionarios que tejieron nuestro pasado, presente y están convencidos de nuestro futuro.
Qué hubiera sido del microfútbol colombiano si el dueño de la droguería, del almacén, el de la farmacia, el del kiosko y el de la chaza, no nos hubiera tendido su mano en estos 50 años de vida deportiva.
Creo que no hemos sido ajenos a las exigencias de quienes han ayudado a construir la historia del microfútbol en Colombia. Por eso, desde esta tribuna, reitero el más profundo agradecimiento por todos ustedes que no hicieron otra cosa más que señalarnos el camino para la organización del mejor fútbol de salón del mundo...¡Qué vengan otros 50!











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