Arroyave habla de todo un poquito en los 50 del micro
- ORLANDO RUSSO DÍAZ
- 27 sept 2016
- 5 Min. de lectura

ESPECIAL PARA FECOFUTSALÓN.- Lo que se conmemoró el pasado 26 de septiembre, fueron los 50 años del nacimiento para Colombia del fútbol de salón o microfútbol con el que se le conoce popularmente al deporte colectivo más ganador de este país.
Fue esa tarde de 1966 cuando en la base de la Fuerza Aérea Colombiana, en Madrid Cundinamarca (hoy base CATAM), descendió de un avión Hércules don Jaime Arroyave Rendón, encabezando el equipo de fútbol de la Universidad Nacional que regresaba de Sao Paulo, Brasil.
Lo ha dicho muchas veces pero es bueno recordarlo una vez más, pues el padre del microfútbol colombiano se vio sorprendido cuando desde la ventanilla del avión se asombró de ver tantas placas de cemento con arcos pequeños y mucha gente persiguiendo un balón. Cuando llegó le contaron que era un deporte que desde los años 30’se había hecho popular en Uruguay y toda esa parte del continente.
Fue así, como se aferró a la idea de ponerlo en práctica en nuestro país sin llegar a imaginarse que sería su legado y su herencia en vida para un país que lo reconoció como una de las grandes figuras del fútbol nacional, como “descubridor” de talentos y técnico en Millonarios, pero que terminó reconociéndolo aún más, como el dirigente que hizo posible que el fútbol de salón se desarrollara de la manera como hoy está organizado después de medio siglo de existencia.
Y es que a su manera, con un carácter inusual, diciendo las cosas con espontaneidad pero con mucha firmeza, se hizo camino al andar con un deporte que nació siendo un problema para la Federación Colombiana de Fútbol, muy parecido al presente como él mimo lo dice, pero que se empeñó en masificarlo contra viento y marea.
No valió en sus inicios la figura poderosa de León Londoño Tamayo, que para la época se desempeñaba como presidente de la Federación de Fútbol, la Dimayor y la Difútbol, porque el más alto y más orgulloso que el señor ‘del tabaco grande’ supo sortear las dificultades y hacer del fútbol de salón un deporte reconocido por el Sistema Nacional del Deporte, en ese entonces por la Ley Marco y adscrito al Comité Olímpico Colombiano.
Lo del microfúbol como jocosamente lo recuerda, se dio como un sobrenombre o apelativo que en 1967 el periodista Mike Forero Nougués le recomendó que usara, porque según el comunicador, su deporte se podría confundir con el ‘futbolín’ que para al final de los 60’s era el juego de moda. Por eso, en Colombia se le reconoce al fútbol de salón como microfútbol.
A comienzos de 1967 formalizó su “chifladura” y fue paso a paso concretando su proyecto utilizando, paradójicamente, sus buenas relaciones con la gente del fútbol, menos con León Londoño, quien obstinadamente le había cerrado todas las puertas ante Coldeportes Nacional y el Comité Olímpico Colombiano y estaba obsesionado con impedir que este ‘hijo del fútbol’ se saliera con la suya con un deporte que reclamaba sólo por el hecho de llevar el nombre y se jugara con un balón.
Fue así como en febrero de 1967, atendiendo su amistad con el nuevo director de los Seguros Sociales, lo convenció de apoyar el primer Campeonato Interbarrios que tuvo como eslogan “Salud y Deporte”. Un total de 517 equipos jugaron y formalizaron de una vez por todas el gusto popular por el fútbol de salón.
De ese primer partido jugado en el coliseo de la Ciudadela Deportiva de la Universidad Nacional entre el equipo de casa y el Club Maracaná, lleno de figuras de fútbol, se había pasado en menos de un año a la contundente cifra de más de medio millar de quintetos practicantes de este nuevo deporte.
“Yo seguí peleando con los organismos deportivos que respaldaban a León Londoño y por fin encontré eco en 1974 cuando logré el reconocimiento oficial ante la ley colombiana. Ahí mismo el fútbol de salón fue afiliado al Comité Olímpico y todo parecía que por fin habíamos logrado nuestra independencia. Pero no, ya que dos años más tarde bajo la presidencia del COC de Fidel Mendoza, quien era muy amigo de Londoño, nos desafiliaron.
“Así duramos un año, hasta que nos unimos varias federaciones y emprendimos la campaña a la presidencia de Jorge Herrera Barona. Con nuevo presidente, se nos devolvió la afiliación”, recordó Arroyave haciendo alusión a sus grandes dificultades y sus enormes satisfacciones después de 50 años.
Recordó igualmente que para que la Liga de Fútbol de Salón de Bogotá, en donde ungía también como presidente –en ese entonces se podía- fuera reconocida por Coldeportes Bogotá, hoy IDRD, alineó en una de las divisiones inferiores de Millonarios al hijo del director, quien era un buen muchacho y tenía unas que otras condiciones, pero era un buen muchacho. En gratitud le otorgó el reconocimiento y fue otro de sus grandes momentos.
“Fui muy terco, pero mire lo que masifiqué: he dejado un legado como el mismo presidente Juan Manuel Santos me lo reconoció en la Casa de Nariño cuando me condecoró; o el mismo Luis Carlos Galán lo destacó en uno de sus discursos cuando sin conocerme resaltó el hecho de querer apretar la mano de la persona que introdujo al país el deporte que se jugaba de manera masiva en todos los barrios en una placa de 35x18 metros. Eso para mí, lo es todo. Recuerdo que de las trabas del pasado en Coldeportes Bogotá, el doctor Galán ofreció mi nombre para ser parte del comité ejecutivo como representante suplente por el Nuevo Liberalismo, del máximo ente del deporte de la Capital. Estuve dos años”, recordó.
Antes de eso, en 1978, “el presidente de la Federación Colombiana de Ajedrez, Jorge Molina, me candidatizó para hacer parte de la junta de Coldeportes y mi rival: nada más y nada menos que don León Londoño…le gané por dos votos… esa fue otra de mis grandes satisfacciones y mis goles al fútbol”.
“Cómo olvidar las satisfacciones ya en el plano deportivo. Lo del primer título mundial en Bolivia 2000, fue algo indescriptible. Con coliseo lleno, presidente a bordo, con un millar de hinchas por fuera del coliseo porque ya el escenario no aguataba un boliviano más, pudimos hacer historia. Por eso, quiero reconocerles una vez más a todos los muchachos que fueron los cómplices para esa alegría tan grande. A los tres jugadores que cobraron los penales porque el partido quedó empatado con Bolivia: a Viviano Mena, Éngelvert Vergel y Jhon Pinilla...también a Manuel Sánchez, hoy nuestro flamante presidente de la Federación y el mejor técnico de fútbol de salón que haya conocido…
“Cómo olvidar el título en Bogotá en el Mundial que organizamos en 2011. Esta vez, miles de bogotanos afuera porque al coliseo El Salitre no le cabía un alma más y Colombia goleando a Paraguay…eso no tiene precio…
“Cómo Olvidar el Mundial Femenino en Barrancabermeja en un evento multitudinario que convocó a todos los colombianos a través de la televisión, venciendo a Venezuela en la gran final…
“Cómo olvidar en pleno vuelo de Lima hacia Bogotá a la azafata diciendo: ‘para el capitán y esta tripulación es un verdadero orgullo tener a bordo a la Selección Colombia que acaba de conquistar en Encarnación, Paraguay, el título del primer Campeonato Mundial Sub 17 de Fútbol de Salón’…y que la gente aplaudiera a rabiar, eso es algo con lo cual como dirigente me debo sentir muy orgulloso.
“Son tantas cosas las que le debo agradecer al fútbol de salón que resulta muy poco la gestión que hice en beneficio de este deporte, que es una realidad…que es el ¡original papá!
“Y como dijo el presidente Perón: ‘todo a su debido tiempo y armoniosamente”. Hoy he crecido bastante; tengo la edad con los números de la misma frecuencia de una emisora de radio: 88.9 y como lo digo en su momento y de acuerdo a las circunstancias: ¿sabe quién lo preguntó?: ¡Nadie!”

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